Cruzada de Alfabetización,
insurrección educativa en Nicaragua
La Cruzada Nacional de
Alfabetización en Nicaragua, que concluyó un día como hoy, fue la
insurrección educativa más grande de este continente, opinó el exviceministro
de Educación Francisco Lacayo Parajón.
Durante ese proceso este país
parecía embarazado de educación, todo tenía que ver con educación, y ello
permitió que hiciéramos realidad lo que parecía imposible incluso en las zonas
más apartadas y gracias al aporte voluntario de miles de jóvenes, rememoró, en
diálogo con Prensa Latina.
Para el exdirector de la oficina
regional del Programa de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la
Cultura para América Latina y el Caribe (Unesco), fue muy seria la
planificación de lo que calificó como gran epopeya de los nicaragüenses y
atribuyó a ello el éxito alcanzado.
Cuando recibimos la orientación
de organizar una estrategia para liberar del analfabetismo a nuestra nación lo
primero que hicimos fue consultar a cuantos expertos pudimos, estudiamos la
experiencia de siete países y después la decisión fue tomada, explicó quien
fungiera como director de la cruzada.
Precisó que decidieron llamarla
así y no campaña, porque proyectos de alfabetización hubo y habrá muchos y muy
buenos, pero la idea era barrer de un soplo con la oscuridad que aplastaba a
más de tres millones de personas aprovechando la llama prendida por la
Revolución Popular Sandinista.
Lacayo Parajón relató varias
anécdotas de esos días, en los que a cada paso descubrían una dificultad por
enfrentar, como la urgencia de proveer a los infantes aquejados de avitaminosis
de anteojos para ver en las noches o a los alfabetizadores de lámparas para
enseñar en zonas sin conexión eléctrica.
Destacó el aporte de
organizaciones humanitarias de todo el mundo, la solidaridad de los maestros
voluntarios de Cuba, España y otros países, así como los fondos con los cuales
contribuyó a ese esfuerzo la Unesco.
Del 23 de marzo al 23 de agosto
de 1980, e incluso antes de esas fechas, trabajábamos como locos, pero fue todo
un esfuerzo nacional que mereció numerosos reconocimientos internacionales,
como las medallas medallas Nadezhda Krúpskaya de la Unesco, comentó.
Esas jornadas educativas fueron
masivas, potenciaron la unidad, el redescubrimiento de este país, de su cultura
y contaron con más de 115 mil brigadistas que ayudaron a bajar el analfabetismo
del 50.4 al 12.9 por ciento, según el exdirector de la Escuela de Sociología de
la Universidad Centroamericana en Managua.
Nunca nos habían enseñado que
hacía más de un siglo había llegado a Nicaragua la etnia garífuna, la única que
conserva rasgos de lengua africana, y el hallazgo de ese grupo humano nos
obligó a reformular nuestras cartillas para darles también a esas y otras
personas que hablaban el inglés criollo, miskito, y sumo en la Costa Caribe el
derecho a aprender, ejemplificó.
En Centroamérica y el Caribe
somos el país que más lenguas vivas tiene en la zona atlántica, seis, y
grabamos la historia oral más amplia de América, 15 mil horas, añadió.
Significó que en 2007 ese
patrimonio y los documentos de la cruzada, las cartas de los brigadistas,
diarios, medallas, afiches y banderines, fueron declarados Registro de la
Memoria del Mundo al lado de la primera Biblia de Gutenberg, del alfabeto
cuneiforme de Persia, ahora Irán, entre otros.
La Cruzada Nacional de
Alfabetización fue y es, sigue viva, porque quizás es la mayor matriz de
organización social que logramos crear en la historia de Nicaragua y eso sólo
fue posible por la Revolución Popular Sandinista, opinó Lacayo Parajón, para
quien crear era esencial entonces y sigue siéndolo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario